miércoles, 23 de febrero de 2011
Velazquez Diego
El pintor más sobresaliente de la pintura española. Nace en Sevilla y fue aprendiz del pintor Pacheco. En 1617 ya era maestro pintor y pinta con maestría técnica y gran personalidad. En sus primeras obras su estilo es naturalista, las figuras religiosas son retratos más que tipos ideales y la luz tiene ya una cualidad misteriosa. Su pincelada es densa pero ágil. En 1623 fue llamado a Madrid por el conde-duque de Olivares, sevillano como él. Felipe IV quedó prendado del artista y le nombró pintor de corte a la edad de veinticuatro años convirtiéndose en el más prestigioso pintor del país. Nunca perdió la admiración del rey. A partir de entonces abandonó el tema del bodegón y aunque pintó temas religiosos y mitológicos e históricos, se convirtió esencialmente en retratista en cuya tarea humanizó la tradición del retrato de corte tradicional, dotando a sus modelos de vida y carácterización psicológica. En 1628 conoció a Rubens y al año siguiente viajó a Roma, hasta 1631. Su pincelada es ahora más suelta, por influencia de los grandes maestros que conoce en este viaje y se nota maduración en la composición de sus cuadros. Está dentro de la tradición barroca pero sin ampulosidad ni embellecimientos alegóricos. En sus últimos años en Madrid siguió siendo objeto de honores y alcanzó nuevas metas como pintor. Su pincel es brillante y libre, es un hábil colorista. Subordina el detalle al efecto de conjunto. Pinta la atmósfera con una viveza sin precedentes. Todo esto culmina en su obra más famosa, Las Meninas, el mejor cuadro del mundo en opinión de muchos artistas y críticos
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