La azarosa llegada al trono de Castilla
Isabel l de Castilla -La Católica- (Madrigal de las Altas Torres 1451- Medina del Campo 1504) reina de Castilla entre 1474 y 1504, fue la primogénita de Juan II de Castilla e Isabel de Portugal.
Sin embargo no lo era para su padre quien casado en primeras nupcias con María de Aragón, había tenido a Enrique, futuro Enrique IV, quien ocuparía el trono antes de que lo hiciese Isabel, quien no estaba destinada a ocuparlo ya que tenía por delante a éste y a su otro hermano, el más querido, Alfonso.
Por ello Isabel creció sin mayores preocupaciones en Arévalo junto a su madre y su selecta corte, portugueses todos y su hermano pequeño. Su padre ya había fallecido. Estos primeros años son descritos por los cronistas como felices, lejos de las intrigas palaciegas y los rumores que rodeaban a Enrique IV- hermanastro de Isabel y Alfonso- sobre quien recaía la acusación de cornudo.
Ello debido a que su esposa, Juana de Portugal, quedó embarazada cuando era conocido por todos la impotencia del Rey. Así se decía, por tanto, que Juana, la niña nacida, era de Beltrán de la Cueva, conde de Ledesma, mayordomo y valido del rey. Precisamente por eso el sobrenombre que se asignó a la pequeña Juana fue La Beltraneja. No pareció que los rumores afectasen a Enrique quien la nombra Princesa de Asturias y por tanto heredera al trono de Castilla.
A la muerte de su hermano Alfonso, tal vez envenenado, como se rumoreó, Isabel, de tan solo dieciséis años, se declara heredera al trono de Castilla como sucesora de su hermano y por delante de Juana la Beltraneja, retando abierta y conscientemente a Enrique IV quien, como decimos, tenía el puesto reservado a su hija.
Tras una pequeña reflexión y viendo cómo crecían las fuerzas contrarias, Isabel decide emprender un camino de entendimiento con el Rey que concluyó con Los Acuerdos de Guisando el 14 de agosto de 1468. En ellos se acordó que Isabel sería la única heredera al trono a cambio de no traicionar a su hermanastro, renunciando a ser reina antes de que éste muriese. Además sería él mismo el que decidiese con quien casarla.
En este punto Isabel se teme lo peor: era el punto central de la trampa que la quería tender ya que pretendía casarla con Alfonso V de Portugal. Si ésto ocurría, por mucho que fuese heredera, pasaría a ser reina de Portugal y por tanto quedaría lejos de Castilla donde reinaría Juana por medio de otro matrimonio, esta vez con el hijo de Alfonso V, unión que les daría a los jóvenes las coronas de Portugal y Castilla.
Isabel, no estando de acuerdo con éste último punto, comenzó negociaciones secretas con el reino de Aragón para contraer matrimonio con Fernando, hijo y heredero de Juan II, de la misma edad que la propia Isabel.
Los dos jóvenes se casan en secreto en octubre de 1469 gracias a una falsa bula papal conseguida por el arzobispo Carrillo, amigo íntimo de la Reina, que les permitió unirse a pesar de su relación de primos. Con esta unión Isabel incumple su pacto con Enrique quien declara nulos los acuerdos de Guisando y por tanto declara a su hija Juana la heredera al trono.
Esta es la situación cuando muere Enrique IV en 1474 sin haber hecho testamento. Isabel, atendiendo al pacto firmado hace años, se declara reina de Castilla. La guerra civil daba comienzo y es que tanto La Beltraneja como Alfonso V de Portugal no estaban dispuestos a perder tan fácilmente el trono.
Fueron cinco años de enfrentamientos con los partidarios de Juana y Portugal, que terminan con la victoria de Isabel y Fernando quienes, estando cerca del triunfo, firman la concordia de Segovia, determinado el vínculo a sus reinos así como sus funciones. Será la paz de Alcaçovas, firmada en septiembre de 1479 con Portugal, la que vino a terminar con la guerra. Isabel sería la reina de Castilla.
En el mismo año, 1479, muere Juan II de Aragón por lo que Fernando se convierte en rey de Aragón, Sicilia, Cataluña, Valencia, Baleares y Cerdeña.
Los acontecimientos de su reinado
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