viernes, 11 de febrero de 2011

Belleza interna

Para cultivar la belleza interna, primero hemos de aceptarla y después buscarla. Esto es un reto, puesto que tenemos dificultades en conocer nuestra propia naturaleza. Muchos de nosotros somos con frecuencia propensos a sentirnos heridos por un comentario fuera de tono pero tenemos dificultades en aceptar las cosas buenas que otros ven en osotros.
Por ejemplo, junto a ser humildes hemos de aceptar nuestra grandeza. No la grandeza del ego, que se vanagloria de la posición o prestigio, sino la grandeza de nuestro espíritu, de la pureza de nuestro ser y de nuestra capacidad de amar. Aceptar esta grandeza es verdadera humildad ya que nos capacita para verla y aceptarla en los demás. Encontrar esta belleza interna también es un desafío porque hemos
cultivado el hábito de mirar nuestros defectos. A medida que miramos en
el “jardín” de nuestra mente, nos encontramos con un lecho de rosas
plagado de malas hierbas. Entonces nos sentimos tentados a eliminar las
malas hierbas de nuestras debilidades, malos hábitos y sentimientos
negativos. Pero esto se puede convertir en una tarea desagradecida. Tan
pronto como una se elimina aparece otra, entonces relajamos la vigilancia
y vuelve a crecer de nuevo.
Primero necesitamos desarrollar y apreciar la belleza de nuestro jardín,
que reside en las “flores” de nuestras cualidades puras y virtudes. Hay un
santuario escondido dentro de cada alma que ya es completo y perfecto
con cada virtud divina. Cuando viajamos hacia el interior encontraremos
una llave para llegar a este lugar y descubrir nuestra pureza, inocencia y
felicidad originales. La llave es la paz y el conocimiento de que somos, en
esencia, un alma pacífica. Esta es también la llave para alcanzar nuestra
grandeza y libertad.

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